
Aprendí a valorar mi país
Enseñar una lengua extranjera implica dar a conocer una cultura diferente, alejada. Sin embargo, esto no implica dejar de lado nuestras raíces.
Recién la conocimos este año y ya es parte de nuestra vida: Verónica Cabrera, “Veronique”, nuestra profesora de francés siempre empeñada en que aprendamos sobre el país de la igualdad, la fraternidad y la libertad, conversó con Blah y rebeló una historia de vida poco común.
“Nací en Lovania, Bélgica. Luego viví en Perú hasta los 14 años, cuando me mudé a Malí, África.
Este fue un gran cambio. Aprendí a valorar mi país: el Perú. Cuando eres adolescente no te das cuenta de lo importante que es para ti, hasta que te vas. Extrañaba a mis amigas, las fiestas, mis costumbres, todo.
Además, la vida en África era muy distinta: La pobreza y el analfabetismo eran chocantes. Había niños desnutridos y con las barrigas hinchadas en todos lados. Me daba mucha pena.
También, vi cosas que no había visto nunca antes. Por ejemplo los truenos y relámpagos. Estaba fascinada de esa flora y fauna que eran totalmente desconocidas para mí.
Por otro lado, ahí aprendí mucho sobre la cultura de la zona, además de la musulmana y francesa. Tuve que aprender francés ya que éste era el idioma formal de la zona, aunque el nativo era el Bambará.”
Vivir lejos de tu país debe ser difícil, como dijo Verónica. Aunque al mismo tiempo lo valoras más. Además de extrañar a tus amigos, aprendes nuevas costumbres y comienzas a respetar otras culturas aparte de la propia.
“Nací en Lovania, Bélgica. Luego viví en Perú hasta los 14 años, cuando me mudé a Malí, África.
Este fue un gran cambio. Aprendí a valorar mi país: el Perú. Cuando eres adolescente no te das cuenta de lo importante que es para ti, hasta que te vas. Extrañaba a mis amigas, las fiestas, mis costumbres, todo.
Además, la vida en África era muy distinta: La pobreza y el analfabetismo eran chocantes. Había niños desnutridos y con las barrigas hinchadas en todos lados. Me daba mucha pena.
También, vi cosas que no había visto nunca antes. Por ejemplo los truenos y relámpagos. Estaba fascinada de esa flora y fauna que eran totalmente desconocidas para mí.
Por otro lado, ahí aprendí mucho sobre la cultura de la zona, además de la musulmana y francesa. Tuve que aprender francés ya que éste era el idioma formal de la zona, aunque el nativo era el Bambará.”
Vivir lejos de tu país debe ser difícil, como dijo Verónica. Aunque al mismo tiempo lo valoras más. Además de extrañar a tus amigos, aprendes nuevas costumbres y comienzas a respetar otras culturas aparte de la propia.
Maite Bustamante y Chiara Rodriguez
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